viernes, 19 de noviembre de 2010

#2

No esperaba que pudiese llegar otra de tus cartas, y aún menos delatando tu regreso.
De hecho no te esperé jamás...
De hecho me pensé que no volverías.
Pero entonces, ese día de lluvia, llegó majestuoso el cartero, con esos sobres dorados que me resultaban tan familiares, tan dolorosamente familiares. ¿Cómo es que volvían a mí como si fuera un recuerdo? ¿Era una broma? No, la respuesta esque tú ibas a  volver.
Subí despacio las escaleras de casa, mientras tal vez mi madre me necesitaba y yo rehusaba de ayudarla, disfrutando de cada instante de mi rebeldía, que desde que te fuiste no volvía,  por una carta que probablemente era tuya...
Me tumbé apresuradamente en mi cama, posando mi cabeza en la que tu nombre no paraba de estar presente en la almohada de plumas que no tuvieron mis alas para poder verte.
Y entonces abrí cuidadosa la carta, porque tú sabes que jamás abro ni una sola de tus cartas sin mi mayor cariño...
¿Cómo no iba a ser tuya? Nadie perfuma sus cartas con lilas, y menos sabiendo que cuando traes buenas nuevas las perfumas de este modo...
Leí y distinguí tu letra perfectamente; donde escribías minuciosamente, seguramente con emoción, estas palabras que memoricé y que en mi mente permanecerán para siempre...
     
                                                                                                                   

Diciembre de 1899. París.




Mi amor, mi regreso por fin es inminente. Pronto volveré contigo, a por ti; no en mucho tiempo, el preciso para que leas esta epístola y entonces, ya parezca que estoy de nuevo bajo el almendro, aguardándote...
Pero, mi ángel, no te lo pondré fácil, no lo haré por que te amo; y los que se aman se regalan pequeños detalles de misterio que hace tener aún más devoción por esa pareja que tienen..
Desde que leas esto, que sé exactamente cuando, no pasarán ni días de mi vuelta...
Ni horas, si buscas bien...
Así que, si me amas, si quieres volver a hacerlo-esto lo subrayaste-, sal y búscame...mas no diré donde, porque ni yo se a donde ir si tú no estás nombrándome...si tú no piensas en mí.
Sólo te diré que, mejor será que marches a la ciudad...tal vez encuentres pisadas y rosas con tu nombre.
Te quiero como siempre lo hice y jamás dejé de hacer."


Mi corazón desbocado torturó a  mi cerebro a darme la orden de correr como desesperada a salir a tu encuentro y, sin duda, en menos de una décima de segundo, dejó de oler a lágrimas para que volviera tu olor como primer impulso, y entonces, corrí de veras hacia la puerta sin arreglo alguno, marchándome para encontrarte...
No me rendí un instante, pero fue tan largo cada segundo de agonía por tu misterio...

No hay comentarios:

Publicar un comentario