Hoy los pájaros hablaban entre ellos.
Nublado.
Se hablaban porque no podían verse.
Y yo tampoco iba a ser menos.
No veo a quien deseo entre las nubes.
Era otro pájaro libre perdido. No me importa quien más confía en que lo hago.
Eres un desconocido, quizás, tras el otro lado de la montaña.
Y a pesar de eso me recorrería lo que hiciera falta para encontrarte entre esa niebla
blanca, vacía, hueca
como mi corazón bajo mi piel mortecina
sin ti.
Con la indecisión presente...
de qué me impide verte
si es niebla
o es niebla, bosque y además...
que no quieres verme.
La última frase me mató. Era ya genial, pero el final lo clavó.
ResponderEliminar