¡Otro adiós!...¡Y quiero el último!
No habrá más historia, más memorias, ya no habrá más fotos que mirar...
Me dolían los recuerdos. Y ahora también, como a aquel que le clavan tácitamente un enorme cristal y sigue viéndose aún transparente.
Adiós, muchacho...esto no es una despedida linda de la mujercita y el hombretón con aires galantes despidiéndose en el tren en los años 40...¡Esta soy yo, sin ti, que te despido sin que tú lo sepas, entre esa multitud que SÍ te importa!
Yo ya te quise mucho, pero no dejé de pensar en cuántas maravillas podría haber gozado entre los diamentes de tu mano. Entre tus uñas, devorándome con un suspiro de aire helado en el infierno de Madrid, callejeando entre nosotros.
Adiós...¡a mí ya me robaron el corazón! Y tú ya no eres el botín en él. ¡Soy sólo yo, para ese otro!
Merecido lo tenemos.
Yo por niña y tú por silencioso...
¿Y si te escribo? ¿Y si te digo adiós? ¿Y si te digo todo?
La verdad, aquí estoy yo, entre mis dedos unas palabras y en mi mente una idea devastadora...
¡Ay, qué rubor da la incertidumbre! ¡Adiós, adiós! ¡Adiós...!
¡por no imaginarte más entre los besos, entre los girasoles que nunca nos dimos, acariciamos!
Porque yo te amaba...Y mucho. Te amé como a nadie porque no estabas entre nadie, literalmente.
No te rocé, no te sentí jamás, pero lo deseé tan fuertemente que aveces sentía mi carmín desvaneciéndose en tanto beso en tus mejillas, en tu comisura...y no me atrevo a hablar de cómo serían tus besos.
Como puedo demostrar, sólo amé un producto de mi imaginación...
Ahora yo amo, y no es mentira. Todo es verdad, como las paradojas.
¡Adiós! ¡Quiera Dios (o mi patacón haciéndote huir) que nunca jamás vuelva a saber de ti por otro que no te vio más que en la imaginación de lo que yo le trasmití!
¡Nunca más, por las calles de Madrid, la esperanza de encontrarte entre abrigos en la calle!
...Y ahora temo, porque parece que este adiós no acaba.
continuará
nunca continuó.
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