domingo, 26 de febrero de 2012

Prefacio

Mi hermana se llamaba Melpómene y era como una bella diosa.
Cantante. Hermosa. El nombre le venía que ni pintado.
Mi apuesto hermano fue llamado Príamo Alberto. Dotes de liderazgo, escultor de muchachas nobles.

Yo solo era Juan Luis. Para mi hermana, para mi hermano. Moreno con un reloj corriente. Ojos normales, cuerpo normal. Camisa azul, normal. Vaqueros sencillos. Gafas grandes y mirada caída menos en un momento del día en que veía a mi bella muchacha.
Yo era para la chiquilla que amo, Luis y nada más.  Nada más, nada menos. Otra existencia.
Pero ella también se llamaba normal. Carmen. Y ya está.
Pero era Carmen como una bella rosa. Delicada. Su olor me acosaba por las mañanas para que yo pudiera suspirar por ella.

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