Hasta al tenor más potente callaste con la fuerza de tu amor,
Oh stelle...
Ya no me valen los teatros, no
su belleza no me satisface
Cuando entraste fue como si todas las luces
Todas ellas, aquellas que se reflejaban en el oro omnipotente por todo el recinto
y en esas cortinas majestuosas, color de la sangre y del amor
nada eran contra tu sola presencia
Nadie se atrevía a mirare excepto yo
porque nadie se atrevía a cuestionar ese silencioso afán tuyo
de ser tan digno de admirar
y me preguntarás por qué
Y lo tengo para ti, ese por qué
Sólo es una cosa efímera de las mías
Y es que lo que hacía falta no en ese,
si no en todo teatro
es que ya te esperasen conmigo
asiéndonos
y diciéndote
"Por fin, la estrella del teatro"
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