Una vez, un tabernero me ofreció, tácitamente, un vaso de vino embrutecido por los temblores de una mesa que parecía que era la que se apoyaba en el grueso hombre. Ese vino, dulce pero sumido en la negrura de ese ambiente barroco, me traía sutiles aromas que me otorgaban, al desnudo, recuerdos, dibujados entre claroscuros tenebristas como un cuadro del traumático Goya...
Entonces, cuando la taberna barroca quedó vacía, el hombre enorme cual roble me dijo:
-¿Trasnocha usted?
-No, señor.
-¿Le gusta a usted trasnochar?
-Nunca lo he intentado.
Él se rió, y de pronto me sugirió un cuadro naturalista en la cabeza, por su jocosa risa de bebedor, fumador, y carente de una esposa que le amara.
-Aaaay, le cambiaría una noche mía por una noche suya...
Pero sabía que lo decía por desesperación. Mi mujer vive lejos aún, yo vivo en un lugar oscuro (más aún que ese lugar tan oscuro) donde si quiera veo la cama de día de lo oscuro que es el cielo (que ni alumbra en el más espléndido y más fuerte aliento del Céfiro del verano, caliente y sensual). En mi cama no está ella durmiendo, yo tampoco, y entonces....
-Hagamos un trato.
-No diga más. Observe el transcurso de esta noche endiablada por los mil ojos del cielo endemoniado del verano, y que Hades cueza lo que le plazca. Ahí viene un cliente...y son las 00:00 de la noche.
¿Qué ocurriría si, sin si quiera intercambiarte "el alma" o la persona del otro, sino poniéndose a su lado observando, hallarías el consuelo de una vida en las entrañas sangrantes de la noche?
jueves, 27 de junio de 2013
Desvanecerse
Una transparencia en el amor y ya es más fácil que sea apuñalado
por la dejadez
por el error
una ráfaga de aire incómodo, mezclado de silencio y cobardía
así es como el amor
se va desvaneciendo
hasta que no queda más que el recuerdo de lo que fue fuerte
y ahora está muerto
por la dejadez
por el error
una ráfaga de aire incómodo, mezclado de silencio y cobardía
así es como el amor
se va desvaneciendo
hasta que no queda más que el recuerdo de lo que fue fuerte
y ahora está muerto
jueves, 20 de junio de 2013
Arabesque
Los ojos son como dóciles nenúfares sin flor, veraniegos, sobre el agua.
Me miro en el agua. No soy valiente como para mirarme a mí mismo. La naturaleza es más tímida consigo misma que con los demás. Por eso no se conoce nadie así mismo en persona.
Pero puede reconocerse entre el reflejo del nenúfar, que le tapa un trocito de hombro, así como los pétalos enturbian el agua....Somos seres acuáticos. Etéreos, mortales, livianos para la pesada Madre Tierra. Danzamos entre nenúfares, luchamos como fieras y aguantamos como peces abisales la respiración entre las sensaciones (acuosas, muy acuosas, si no son mentira) más fuertes del mundo, como el estirarnos al despertar o el desayuno con un solo rayo de luz matinal.
Y bajo la pintura del ansioso pintor, ¿qué hay en sus cuadros ex professo? ¿pinta nenúfares para que no muera su reflejo? ¿pinta flores, como la cuerda hispanoamericana llamada filósofa (diosa de las flores eternas) para que no mueran? ¿Qué pinta la vida? ¿quién es el pintor de la vida si no existiera donde verla?
No se mira cuando bosteza. Ese día sólo desayunó con un rayo de luz y se estiraba constantemente. Pobre pintor, qué grande es y qué pronto bosteza a las 18:56 de la tarde, esa hora perfecta que no es ni noche ni día, sino preludio de un aplauso después de una agitada obra vitalista.
No se mira cuando bosteza. Ese día sólo desayunó con un rayo de luz y se estiraba constantemente. Pobre pintor, qué grande es y qué pronto bosteza a las 18:56 de la tarde, esa hora perfecta que no es ni noche ni día, sino preludio de un aplauso después de una agitada obra vitalista.
Sólo entonces una bailarina sabrá dónde caminar. Porque bajo las aguas ya no existe su silueta. Entonces deberá encontrar un cristal donde sumergirse en si realmente tiene la mujercita cara de artista.
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