Siempre hubo para ellas regalos del amado:
botones dorados, cartas perfumadas;
pétalos secos en pequeños guardapelos
Pero entonces ella le regaló un espejo
Se enamoraron perdidamente...fue
instantáneo, el cielo se volvió gloria
y las nubes se tornaron hasta esponjas de perfume
¡Y eso que sólo hubo una mirada!
-pues las miradas el espejo son
de uno solo, más ella estaba detrás-
ansiando una respuesta, escondida,
tras un rayo cegador de luz del sol.
Tras la ventana, donde había llegado trepando,
(como los amores clandestinos decimonónicos)
la muchacha puso las yemas de sus dedos
sobre el noble cristal de la joven burgesa.
Sus huellas quedaron como una niebla
Pero entonces sus labios pintados
besaron el cristal claro y lleno de huellas femeninas
deseando su amor, su tacto. Por primera vez,
mirando hacia ella. El corazón de la joven burguesa
podría oírse a través, incluso, de un cristal de diamante.
¿Podría el trovador conquistar sin su guitarra?
¿Podría la muchacha que tan poco
sabía de la Edad Media, el Renacimiento,
de ella misma],
cuánto amor podría haber tras el cristal diamantino?
¿Proseguirá la historia?...
¿Habrá más poemas para ellas?
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