martes, 13 de marzo de 2012

un amor común en gentes diferentes (continuación del prefacio)

http://mapetiterevereuseamie.blogspot.com/2012/02/prefacio.html
Amaba su dulce intención de aprender de una pizarra a la que yo no miraba porque prefería dormir (lo que no había dormido pensando en ella) en un pupitre a su lado derecho.
 Mi hermosa compañera no decía nada. Sólo miraba al frente y a mi cuando se le caía algo. Me ponía tan nervioso que lo cogía todo ella antes, porque no sabía ni cómo dárselo; si del revés, en vertical u horizontal o simplemente como lo encontré.
Pero ella siempre tenía la iniciativa después; sonreía, me abrazaba y me hablaba de sus cosas. Y yo soportaba las ganas de besar su boca .Sería un delito censurar esa voz divina.
Amaba cuando llevaba esos pantalones que le entubaban la cintura como si fuera una libélula grácil envuelta en su coraza.
Soportaba que hablara de su novio de pasada. Pero ella también evitaba sacar el tema de las chicas que andaban por mí.
Algunas veces pensaba que me moría con ella al lado.
Sobretodo aquel día 26 de marzo en clases de educación física, cuando cayó sobre mí a las 11 43 de la mañana en la esquina derecha del patio, jugando a voley (Lo recuerdo porque se me rompió el reloj y se detuvo en la caída.
 No me hizo daño. Más bien todo lo contrario.
Sus manitas sobre mi cuello, sus manos que parecían dulces nubecitas que mostraban el cielo más abierto que una tarde de verano. Su boca sensible inhalando el aire fuertemente pidiéndome que le dijera si estaba bien.
 Que lo sentía.
 Que no era su intención (lástima).
Notaba sangre correr por mi nariz y no me alarmé.
 Ella tomó su pañuelo bordado de hilos negro y me lo puso sobre ella. Pero sólo sonreí como un imbécil, y ella también se rió sin haberse quitado aún de encima mío.
Estuve en la gloria unos segundos más y entonces me dieron hielo y vendajes para los raspones. Pero la única medicina ya me había sido dada. Un pañuelo de seda típico de ella. Su pelo a la francesa rozando el viento me hacía envidiar a la naturaleza. Corto, con la nuca diminuta al descubierto. Me imaginaba que ese pañuelo
se lo habría puesto tantas veces sobre él...lo imaginaba y me moría deprisa; sentía ganas de hacer mis brazos el pañuelo, y hacerla mía en un abrazo que durara todo un invierno...
De camino a clase ella se iba al lado contrario. Quizás en la vida misma iríamos por separado y eso me volvía loco de tristeza. Pero soy así, veo metáforas donde me da por ahí.

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