sábado, 9 de octubre de 2010

Fábrica Imaginación S.A. ~

Ayer, mientras dormía en el prado de flores azules, entre las frías nieblas del bosque, distinguí una niña entre los árboles. Corría bastante cansada, gemía mucho y estaba herida. Me levanté estrepitosamente, muy asustada, por si debía ser preocupante su estado. Así  era, nada más verme... ella se desmayó del susto.


Corrí y cogí su cabeza con mis manos. Era muy hermosa. Rubia, de ojos azules y pelo largo, con un vestidito azul con un mantelito graciosísimo y con su petticoat pomposo. En los bolsillos llevaba galletas, una especie de pan con olor a hongo, pero escasa de documentación. ¿De dónde demonios había salido esa niña; y, lo que era más misterioso, quién era y a dónde pensaba ir?
Saqué de mi bolsillo de la falda un frasco de colonia antigua (de esas tan fuertes que levantan a un muerto) y se lo puse cerca de la nariz. Tardó en hacerle efecto, pero consiguió despertarse a los 3 minutos más o menos. Nada más verme pegó un alarido.
-¡Ay, Dios, señorita!-dijo, y comenzó a llorar después de estas palabritas desesperadas- ¡¿No estoy en el País de las Maravillas!? ¿Y el conejo? ¡Oh, Dios! ¡La casita! ¿Dónde, dónde está? Oh...
No entendía ni tenía la repajolera idea de qué estaba hablando la pobre niña. Me pregunté si agonizaba.
 La arropé con una cálida mantita que llevaba por si hacía más frío. La cogí de sus hombros y la dije sonriendo:
- Tranquila, todo saldrá bien. ¿Cuál es tu nombre? ¿Dónde vives? Te llevaré con quien plazcas.
Se quitó las lágrimas restantes, y entonces prosiguió.
- Oh...Mi nombre es Alicia...Y vivo con mi queridísimo Kiryu...Llévame con él a Wonderland...
-Lo siento querida, pero si no me dices como ir no podré llevarte nunca. Y menos con esta niebla.
Me miró perpleja, como si no supiera ni dónde está la esquina.
-Esto es Wonderland...¿no es así? ¿no es cierto? He perdido el rumbo, verdad...
-Siento desilusionarte, pero así es...Esto es...em...el prado de Nueva Zelanda-alomejor si generalizaba pues se enteraba mejor, por eso no dije QUÉ prado-tú...tú vives aquí.
-No, yo me quedé a vivir con el señor Conejo y con mi amado Kyriu.
La niña agonizaba claramente.
-Bueno, entonces dime por donde has venido.-entonces me dí cuenta del estado de la chiquita, y de su terrible aspecto descuidado y herido- Oh, no, aguarda. Vamos a limpiarte un poco.
-No, no es necesario. Yo te he traido aquí a Wonderland sin que quisieras. No cargues más conmigo.

Pobre niña. Dios, me estaba hasta dando lástima. Qué inocencia tienen los niños. Y más a esa edad, debía tener unos 11 años.
Ella volvió a mirarme, para decirme algo más.


-Oye, no me has mencionado tu nombre. ¿Cuál es, pues? ¿Tienes 15 años como yo? ¿Te gustan las fiestas de té? En Wonderland hacemos muchas con mi tío el sombrerero..
-Oye, es muy divertido lo que dices-me pareció especialmente gracioso lo de los 15 años-...pero no tiene gracia ya. Dime en qué casa vives del condado que te llevaré.
Me sentía un poco excéptica, pero la verdad que sonaba a gracieta.
-Vivo en la casa del Conejo. Con Kiryu.
-Y dale. Por favor, no juegues más conmigo o tendré que llevarte a mi casa a que mamá y yo busquemos junto a la policía.
-No sé quienes son-ella seguía hablando como si nada-pero quiero que me lleves con mi amado y con el conejo.
No podía más.

Yo, enfadada, le solté en voz alta:
-Mira, si quieres jugar a Alicia en el País de las Maravillas me alegra, pero conmigo no, que ya me abrieron los ojos hace mucho.
La chica se puso muy triste y casi la hago llorar. Ella entonces se retiró el polvo del vestido y me miró muy disgustada.

-Entonces, me marcho...a jugar, como dices tú.
Me sentí muy mal. Realmente ya me empezaba a creer lo que decía esa pobre chica.
-¡Espera! ¡No puedes...! No debes ir sola. Perdóname. Te acompañaré.
A la joven Alicia ya se le habían saltado unas lágrimas, pero con lo que le dije le saqué una sonrisita.
Me tomó la mano, y entonces caminó hacia dentro del bosque.
-Gracias...ahora ayúdame a andar, ya que no me siento bien...

Nos tomamos de la cintura, ella apoyándose bien en mi, y continuamos el viaje más increible de mi vida, junto a la auténtica Alicia.

Entonces apareció el conejo Blanco, corriendo y mirando a Alicia.
-¡Corre! Sigámosle, no debemos detenernos.

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